Tubo de ensayo / Rene Delios

Hay una máxima: se parte de lo que hay.
Lo que hay es un derecho humano y por lo tanto legal a que el matrimonio igualitario sea reconocido jurídicamente por las legislaturas estatales.
El deslizamiento de facto es discriminatorio.
La práctica de la sociedad se vuelve norma y desde luego costumbre y después ley; la oposición a ello no tiene futuro, pues tarde o temprano emerge como lo están haciendo las parejas homoparentales desde hace más de una década, pues esto no es nuevo, salvo en éste México de ideas anquilosadas cuando no retrogradas en moralinas tumefactas cuando, padecemos uno de los gobiernos más corruptos del mundo y obvio, un aparato de justicia varias veces cuestionado, en medio de una efervescencia social innegable que, no confía en ella, aun el nuevo esquema vigente inaugurado días ha por el presidente Peña Nieto..
¿De qué se trata?
En ésta realidad social nada tiene que ver Dios, menos la moral terrena tan doble y sujeta a directrices partidistas que están por encima de los beneficios de los más, que en éste país son los más afectados por un sin de políticas equívocas y los representantes populares desde diputados hasta el presidente del país son partícipes de ello.
La realidad social de una nación en la pobreza, con tantas riquezas naturales renovables y no renovables, que en otras naciones serían explotadas con equilibrio y distribución responsable, en éste país han sido botín de políticas ineficientes que desde luego, aprovechan no pocos protagonistas.
La corrupción ha sido vehículo particularmente eficaz para los enriquecimientos inexplicables a fuerza de que no se ha aplicado la ley, que, tendría a un buen de santones de todos los partidos en la cárcel, dueños de concesiones de todo tipo por parte de los gobiernos federal y estatales.
Y se desgarran las vestiduras por unas parejas –que llaman minoritarias hasta en Estados Unidos- que no piden más que el derecho a amarse legalmente.
Es como eso de no amamantar en la vía pública o judicializar el aborto.
Porque no se da una persecución a los clérigos nefastos por la pederastia y se cancelan las iglesias –como se hace con los prostíbulos- en dónde se explota o abusa de menores de edad.
¿Por qué no el mismo trato?
Cuanta doble moral existe aún en la política mexicana.
¡Hipócritas!
Y ya en el extremo religioso que no es particularidad de éste bodrista: ¿En serio aun con eso mandan bendiciones y se persignan ante Dios?
No creo que Dios sea su cómplice, como para escucharlos.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *