La clase política está en la estratosfera, ya no en las nubes.
Sus gastos de operación son altísimos, en comparación al promedio burocrático.
No hay un estudio preciso de cuanto cuesta la burocracia de alto nivel al país; ni económico ni en especie; debe ser costoso si sumamos municipios, estados y gobierno federal.
Tanto desplazamiento para cosas nimias o personales, de quien sea, pero que utilice propiedad gubernamental.
¿Cuánto será al día en toda la nación?
Ya ni pensar al año.
Lo vemos en los municipios todos los que se desplazan porque va a llegar el gobernador a inaugurar minucias: una calle o unas aulas, el presidente –Uff- unos kilómetros de carreteras.
Eso ya debe acabar también.
Ojalá inaugurarán una nueva era, de políticos que entiendan que no hay que gastar por ellos nada, pues en los países desarrollados ni una vía rápida es motivo de celebración.
Las cuestiones son más sociales, en el qué hacen por la humanidad.
En México aún luchamos contra el hambre, el desplazamiento social, la ausencias institucional, y seguimos en el tercer mundismo de explotar la pobreza con esos programas «asistenciales» de tercera edad, madres solteras y demás similitudes que solo le sirven a estos políticos medriocres para lucirse mes a mes.
Si hay pobreza no hay progreso, y entonces ¿En dónde los triunfalismos?
Es como presumir el «no hay para los hijos de casa».
Así son por ejemplo los informes de gobierno en los estados pobres.
Demagogia.
¿Qué devenir positivo?
¿Y en qué tiempo?
Hay que dejar eso de lado, porque la sociedad ya no cree en esa parafernalia.
La credibilidad está en su más baja tesitura.
Matraz
Durante su visita por la región de los Altos Tsotsil Tseltal, Manuel Velasco Coello anunció la próxima inauguración del centro de salud de Huixtán.
Poco se dice pero es de los municipios más pobres de México y comprende un avance social importantísimo en un municipio indígena en el que las enfermedades gastrointestinales o de la vista tenían permiso hasta mortal.
