Tubo de ensayo / Rene Delios

Muy a parte de la chunga de las redes sobre independizar a Chiapas hay una realidad jurídica que está más allá del movimiento magisterial de la CNTE y el presidente mismo, deslizando a la nimia del secretario de educación –que ni vale la pena nombrar-: la ley secundaria de la Reforma educativa que comprende el aparto del SNTE y con ello a los maestros de la discidencia, no se puede derogar; no fue un decreto presidencial, sino un asunto concensuado entre partidos, esto es a través del Pacto por México, y desde luego, a los legisladores a los que hoy le reclaman de todo, solo les tocó levantar la mano, pues ese llamado pacto de referencia fue tratado entre los tres dirigentes nacionales partidistas de entonces: Jesús Zambrano del PRD, Gustavo Madero del PAN y César Camacho Quiroz del PRI.
Cada partido presentó sus mesas técnicas de apoyo, desde luego, y entre las personas que presentó en su equipo el PRI estuvo Aurelio Nuño, por lo que conoce el tema bastante bien para saber que no hay nada que cambiar salvo se ponga en riesgo el marco legal constitucional, y con ello, se deje endeble toda la llamada reforma estructural que, si bien la oposición en México la ve atentatoria, en el exterior es atractiva y eso, también desde luego, lo sabe hasta López Obrador pues, el país no se puede sustraer con populismos de la realidad globalizadora al menos de que se quiera quedar sitiado.
La verdad ya ni Cuba que se abre a ese mundo globalizado.
Insisto y en serio: no puede ser derogada la reforma educativa, no puede dejarse de aplicar. Cada parte de ésta se tiene que hacer valer para garantizar el compendio de las demás. No es el estado contra el magisterio de la CNTE, y la verdad en ninguna parte dice que se les va a despedir: señala ciertamente que, el que no funcione frente a aula se colocará en un espacio administrativo.
La verdad para los padres de familia es importante que sus impuestos paguen maestros verdaderamente actos para estar frente a los alumnos, para que sean mejor preparados.
Pero está el otro extremo: la SEP, la dependencia rectora, que también necesita una sacudida hasta sus cimientos, y cuyo titular viene desde atrás, pero conociendo bien los instrumentos, con lo que cuenta legalmente y lo que se tiene que aplicar en esa dependencia lerda, cansina, densa, que es rama del gobierno federal y sujeta a la norma constitucional que le da sentido, y por ello debe acatar lo que el congreso de la unión determinó, que no el presidente, como se manipula.
Las reformas estructurales derivan de un acuerdo partidista, no de Los Pinos.
Por eso esa negociación con el gobierno federal no tiene sentido, no pueden cambiar la ley, ni el presidente, menos el titular de la SEP y éste lo sabe, como lo saben las dirigencias de la CNTE en cada entidad donde tienen presencia, que ahora señalan que se quiere privatizar la educación en México.
Eso es completamente falso: no lo señala el dictamen de la reforma de referencia, y solo forma parte de una versión manipulada que por otro lado, conviene al gobierno federal porque la verdad, en materia económica, se insiste, esas reformas estructurales no han servido de mucho para las masas en el país, salvo para generar zozobra y desgaste social.

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