Al Son del texto / Tina Rodriguez

Todos sabemos que en el 2015 se eligieron 500 diputaciones federales -300 de mayoría y 200 plurinominales-; elección de 9 gobernadores y comicios para elegir cientos de alcaldes y diputados locales en 17 estados, además de 16 delegaciones del DF y la Asamblea de Representantes de la capital del país.
Antes hubo que avanzar en la reforma político-electoral, aprobar las secundarias de las reformas.
Esa reforma se aprobó hasta el cierre del tiempo permitido, porque los negociadores del PAN, PRD, PRI, PVEM, PT, Movimiento Ciudadano y Panal, así como los representantes del mismo Peña Nieto en la mesa de negociación, no se ponían de acuerdo en dos puntos: lo referente a candidaturas comunes y en cuanto a los procedimientos de fiscalización del financiamiento de campañas electorales.
Es decir que unos cuantos por diferencias hasta ideológicas, mantuvieron en vilo los intereses políticos de los ciudadanos de éste país que solo piden ¡democracia!
Bueno, pues tuvimos la oportunidad de mejorar el marco jurídico electoral, y lo primero que se vio esa vez es que están tan interesados en los procesos de elección de los dirigentes partidistas, que se distraen en trivialidades en vez de ponerse las pilas por los intereses de los electores que, reclaman, repito: ¡democracia!
Seguimos sitiados por políticos sin más oficio que el individualismo, sea personal o de grupos, que en las cámaras se toman la arbitrariedad de no escuchar a una nación que clama ¡democracia!
Y aun con eso seguimos padeciendo las aberraciones, que caen goteando hasta los institutos electorales, como sucedió en Tabasco –en dónde aún hay problemas para la elección del alcalde de Villahermosa, por torcedura y media en la elección-, y desde luego nuestro Chiapas que para todo se apunta, incluyendo la violencia como lo vimos en Tila, por cuestiones más políticas que agrarias.
El caso que Chiapas también se apuntó en dos ocasiones en eso de las secuelas deficientes de las elecciones estatales, y luego el caso del diputado migrante, cuya permanencia no pudo ser, y se tuvo que ir tanto desaforado como expulsado de su partido, luego del escándalo tremendo que vivió el PVEM con el caso de su segundo al mando en el ámbito nacional, Arturo Escobar

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