Al Son del texto / Tina Rodriguez

Ya conocemos la referencia de que en el sureste de México se localiza la mayor riqueza hidrológica de México, y concretamente en Chiapas está su principales arterias con el Grijalva-Usumacinta, la cuenca más importante del país, con 91 mil 345 km2 y volumen de agua 36 mil 500 millones de m3 anuales.
Todo eso y más dice en el portal de la CFE. Lo que no dice es qué beneficios todo eso trae al estado.
Tampoco aparece nada en la Secretaría de Energía, y así pues queda claro que la federación se ha dedicado a explotar algunas entidades con una barbaridad de falta de correspondencia social, y si acaso unos centavos a regañadientes como sucede ahora en que se entregan a las arcas estatales a cuenta gotas.
Ya sabemos que la Cuenca del río Grijalva alberga cuatro presas hidroeléctricas que son La Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas, y que en su conjunto representan aproximadamente el 45 por ciento de la capacidad hidroeléctrica en operación del país.
La corriente más importante es el río Grijalva el cual tiene una longitud aproximada de 600 km desde sus orígenes en la Sierra de Los Chuchumatanes en Guatemala hasta su confluencia con el río Usumacinta y ya así, con todo ese caudal entra a Tabasco.
Por eso esa entidad se va cuando las corrientes son muy fuertes o las presas tienen que desahogar agua.
La cosa es que construcción de estas 4 presas en el río Grijalva desde hace varias décadas provocó conflictos sociales e impactos en el ambiente como la modificación del entorno ecológico. Desde la primera presa construida en Chiapas en 1966 hasta la última en 1980, no se habían dado más problemas de ese tipo, aun las miles de hectáreas inundadas y nunca pagadas a los campesinos.
Aunque la intensión de construir una quinta siguió ahí vigente, y el intento fue Ixhantun, que no prosperó no por los conflictos sociales posibles, sino porque se descubrió una fisura en la cortina natural de roca imposible de subsanar porque era como construir dos cortinas.
Pero apareció Chicoasén II, no sin sus problemas y un presupuesto de 500 millones de dólares.
Se superó todo: las diferencias con los campesinos de la zona que se pusieron fácil al aceptar la construcción a cambio de chamba, cosa que negociaron con la empresa Omega, que planteaba que no eran obreros calificados ni para ese y ningún trabajo de ingeniería civil, pues se superó.
Luego se descubrieron ruinas arqueológicas que demoraron el trabajo otro rato, y después, los camioneros de Chiapas exigieron parte de los contratos que subrendaba Omega a empresas de fuera y esa sí que fue una clara falta de insensibilidad política.
Bueno, se superó todo y los trabajos iniciaron y siguieron su marcha hasta hace unas quincenas en que se detuvieron.
La razón es porque la CFE, esa empresa de clase mundial, no ha entregado el dinero para seguir las obras.
Otro ejemplo más de que no hay dinero en el gobierno federal, y que esta situación va para largo.

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