Las Líneas de Pobreza Extrema por Ingresos (canasta alimentaria), son los valores que emplea el Coneval para la medición multidimensional de la pobreza en México
Ana Liz Leyte / Aquínoticias
Para que un trabajador asalariado en Chiapas pueda adquirir los productos de la canasta alimentaria en localidades rurales y urbanas, tiene que destinar entre nueve a once salarios mínimos para poder cubrir sus necesidades.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) expone en la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos, que el valor de la canasta alimentaria urbana pasó de mil 725 pesos con 66 centavos a mil 930 pesos con 38 centavos entre enero de 2021 y a enero de 2022, mientras que el valor de la canasta alimentaria rural pasó de los mil 313 pesos con 46 centavos a los mil 481 pesos con 10 centavos, en el mismo periodo.
Por ello, y con base a la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), un chiapaneco promedio que labora en el sector urbano destina 11 salarios mínimos para adquirir los productos de la canasta alimentaria, mientras que uno que labora en el sector rural destina ocho salarios mínimos para cubrir sus necesidades alimentarias.
De esta manera, la adquisición de la canasta alimentaria urbana aumentó de enero de 2021 a enero de 2022 más de 10 por ciento, mientras que la canasta alimentaria rural creció más de 11 por ciento durante el mismo periodo.
Cabe precisar, que el salario pasó de los 141 pesos con 70 centavos a los 172 pesos con 87 centavos diarios, mientras que en la Zona Libre de la Frontera Norte este pasó de los 213 pesos con 39 centavos a los 260 pesos con 34 centavos.
Tomando en cuenta lo anterior, el Coneval puntualiza que las Líneas de Pobreza por Ingresos tienen como propósito contar con un referente monetario para determinar si lo que perciben las personas es mayor o menor a ciertos umbrales de ingreso establecidos de acuerdo con criterios específicos, es decir, si el ingreso corriente por persona es suficiente para adquirir los productos de las canastas.
Por lo que, no constituyen una sugerencia del patrón de gasto que deben adoptar los hogares mexicanos para cubrir sus necesidades, debido a que la estructura del gasto depende de las necesidades, la disponibilidad de bienes de consumo y preferencias específicas de cada individuo o familia.