Derechos del «trabajador en linea», asignatura pendiente para magisterio nacional

La legislación recién aprobada que regula el trabajo en línea es un avance importante en materia laboral, sin embargo, es conveniente resaltar que una de sus grandes falencias es que sus beneficios no están dirigidos a los trabajadores del servicio público

Eduardo Grajales

La legislación recién aprobada que regula el trabajo en línea es un avance importante en materia laboral, sin embargo, es conveniente resaltar que una de sus grandes falencias es que sus beneficios no están dirigidos a los trabajadores del servicio público, lo cual representa un tema por atender en la agenda laboral nacional, pero sobre todo en lo que respecta al ámbito magisterial.

Hago la acotación particularmente a este sector por su gran relevancia en el servicio público, no solo por ser uno de los más representativos con más de un millón de trabajadores al servicio del Estado mexicano y de la sociedad en general, sino por el impacto que tiene la calidad de su trabajo en la formación de los mexicanos y en el desarrollo económico, político y social de la Nación.

Aunado a lo anterior, porque a partir de la llegada del COVID-19 a nuestro territorio hemos sido testigos de la importancia que ha representado la estrategia digital para hacer frente al impacto del virus en el sostenimiento de la política educativa y que hoy se encuentra todavía en una situación grave ante la falta de una estrategia sólida que permita lograr las metas pedagógicas para millones de estudiantes, pero también subsanar el rezago educativo que generará sobre todo en una amplia población de dicentes se encuentran en la marginación y que carecen de las condiciones tecnológicas necesarias para tomar clases en línea.

Ante ello, el uso de plataformas digitales y de tecnología de última generación (iPads, teléfonos celulares 4g, entre otros) se han convertido en una herramienta fundamental para el sector educativo y más aún en el quehacer docente, que ha visto la transformación de su praxis pedagógica que paso, del salón de clases, el encuentro presencial con alumnos y el uso de pizarras y plumones, a los denominados Ambientes Virtuales de Aprendizaje que aún se están empezando a comprender dada la brecha tecnológica y el incipiente desarrollo de habilidades digitales en el magisterio.

En esta obligada modernidad, el docente se las ha tenido que ingeniar para adecuar la sala de su casa o incluso su propia habitación y hacer de estos espacios privados su bunker de transmisión de conocimiento; y a la par de ello hacer un apartado en su salario para el pago extra de saldo para el uso de datos, de recibos de luz e internet, e incluso hasta en inversiones en asesorías extra para el uso de programas computaciones u aplicaciones web, a fin de lograr las expectativas que marca el Plan Nacional de Educación.

Lo anterior, sin dejar de observar que el maestro también realiza funciones administrativas en su escuela, en su sindicato y hasta en el hogar como padre o madre de familia, lo que en suma implica una sobre carga de trabajo que hace de esta labor una tan eminente como la que están realizando miles de médicos y enfermeras en el combate a la pandemia.

Por tanto, no tomar en cuenta la situación actual de la educación y del entorno del docente en la nueva regulación del trabajador en línea, implica no solo un descuido de los legisladores y la autoridad educativa, sino también un reto económico de gran envergadura para los gobiernos y la necesidad urgente de una modernización en las perspectivas sindicales magisteriales cuyas dirigencias hoy deberían estar pensando en escalar esta demanda ante la autoridad patronal, y reflexionar sobre la adecuación de los contratos colectivos de trabajo que siguen siendo tradicionales, totalmente desfasados a la realidad que estamos viviendo.

Algunas corrientes al interior del magisterio organizado como el Movimiento por la Transformación Sindical, han reflexionado ya sobre este tema y han analizado la importancia de discutir el nuevo entorno pedagógico del maestro mexicano que ya está sabedor que el entorno digital es una realidad que llegó para quedarse y que aun cuando se retorne a clase –que se antoja todavía muy distante de acuerdo a la condición actual de los semáforos de salud- el uso de los dispositivos tecnológicos seguirá siendo parte fundamental de su trabajo diario.

Por tanto, aunque es plausible este paso que hemos dado en nuestra legislación laboral resulta de vital importancia elevar los beneficios del que ahora son sujetos a derecho los «trabajadores en línea» también para el sector magisterial, e incluso para todos los trabajadores administrativos gubernamentales, pues es innegable que en nuestro nuevo panorama laboral los ambientes digitales son una realidad en la que no podemos mantenernos al margen.

La transformación educativa ya llego, y debemos adaptarnos.

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