En la Mira / Hector Estrada

La agenda del Papa Francisco y los pueblos indígenas

El anuncio hecho por el obispo Felipe Arizmendi Esquivel sobre la misa multitudinaria que celebrará el Papa Francisco el próximo 15 de febrero con dedicatoria a los 66 pueblos indígenas de México, confirma que la agenda del sumo pontífice durante su estancia a México va mucho más allá de la simple visita protocolaria.
Desde que se filtraron, entre la cancillería mexicana y los pasillos del Vaticano, los primeros rumores sobre las negociaciones para concretar una visita de Francisco a México se dejó de manifiesto las verdaderas intenciones del Papa argentino para tocar algunos de los temas coyunturales de la política interna en el país; cosa que no causaron mucha gracia en el Gobierno Mexicano.
Temas como la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, la violencia por el narcotráfico, los abusos contra los migrantes que cruzan el país y el grave rezago de los pueblos indígenas se filtraron desde un inicio como los puntos estratégicos dentro de la posible agenda papal en territorio mexicano.
Según los que saben sobre esos temas, justo en estos tópicos se centraron los «jaloneos» entre el Vaticano y el Gobierno de México para hacer posible la visita del primer Papa americano a tierras mexicanas, concretándose finalmente para el próximo mes de febrero de 2016.
Por eso no deberá sorprender que, aunque ya no habrá visita papal a Acteal, Francisco utilice el evento masivo que se realizará en la ciudad de San Cristóbal de las Casas para fijar una postura política en torno al grave rezago social que en pleno siglo XXI siguen padeciendo los pueblos indígenas de todo el país.
No sería la primera vez que el Papa Francisco rompa los protocolos y los acuerdos diplomáticos previamente establecidos para una de sus visitas internacionales. No sería la primera ocasión en que el sumo pontífice salte los límites de lo eclesiástico para pronunciarse nuevamente como una figura de alta injerencia e incidencia política.
A estas alturas resulta incongruente e improbable esperar de la visita de Francisco un acontecimiento similar al de las visitas papales -hechas en su momento- por Juan Pablo II Y Benedicto XVI. Evidentemente se trata de personalidades completamente distintas y con agendas evidentemente diferentes.
Si las cosas no cambian de última hora, el próximo 15 de febrero el Papa Francisco estará enunciando un discurso con dedicatoria a los pueblos indígenas de México, justo en el estado del país donde la iglesia católica ha presentado su mayor reducción en número de creyentes y la presencia de doctrinas protestantes y musulmanas ha mostrado su mayor expansión (principalmente en las zonas indígenas).
Es cierto que la visita de Francisco a Chiapas, casi 25 años después de la primera visita papal a tierras chiapanecas realizada por Juan Pablo II en 1990, se da en un contexto sociopolítico distinto al vivido antes del levantamiento zapatista y la alternancia en los distintos niveles de gobierno. Sin embargo, la justicia social sigue teniendo varios pendientes con los pueblos indígenas de Chiapas.
Para nadie es un secreto que las políticas públicas durante las últimas décadas han sido ineficientes e insuficientes. Han carecido de visión, pero sobre todo de respeto a la identidad de los propios pueblos indígenas que hoy se enfrentan a graves problemas de desnutrición, falta de infraestructura educativa y educación de calidad, así como a servicios básicos que les den acceso a una calidad de vida digna.
El tema indígena en México debe dejarse de ver ya como una cuestión de moda, temporada o protocolo para asumirse como un asunto de prioridad y verdaderas estrategias gubernamentales de visión pluricultural. Porque los pueblos indígenas necesitan más que buenos deseos y programas asistencialistas que en nada han abonado a su estabilidad, desarrollo y dignificación.

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