En la Mira / Hector Estrada

México, el falso Estado laico

Este viernes inicia finalmente la tan publicitada visita del Papa Francisco a la república mexicana, en un contexto nacional muy distinto al de sus antecesores, con un país de menos población católica, levemente más informado sobre asuntos de corrupción interna y un importante sector social irritado por el desproporcionado gasto público desembolsado para una visita pastoral. Nada nuevo pero ahora más evidente.
Y es que estrictamente la visita de Jorge Mario Bergoglio no es el asunto en conflicto. Como cualquier ciudadano del mundo o líder religioso su arribo es bienvenido y hasta motivo de felicidad para quienes profesan la religión católica. Sin embargo, la excesiva intervención gubernamental y el uso de recursos públicos en un país tan lleno de carencias y descrédito en sus autoridades es lo que mantiene vivo el descontento.
Aquí los gobiernos de las entidades sedes como Chiapas se han desbordado en gastos de publicidad, planes de logística, construcción de megaescenarios, acondicionamiento de estadios, remodelación de espacios públicos, habilitación de vehículos de lujo y hasta la producción de audiovisuales alusivos con todo y «primeras damas» dando voz a las canciones oficiales de bienvenida.
Aunque por obvias razones los gobiernos involucrados se han negado a hacer públicos los presupuestos aplicados para esta visita, resulta evidente la cuestionable aplicación de recursos públicos para una estancia de cinco días que aún no logra definirse entre una visita pastoral o de jefe de Estado. Porque el tema es sobre todo un asunto de legalidad constitucional que los políticos han perdido de vista o de plano han decidido ignorar como de costumbre.
Pese a lo establecido por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos sobre el «principio histórico de la separación del Estado y las iglesia» o el supuesto Estado laico mexicano, la realidad es que en México el catolicismo sigue siendo prácticamente la «religión oficial». En pleno siglo XXI el México laico es únicamente un bonito deseo constitucional.
Porque, aún como cristianos o católicos, es ético reconocer que hasta el momento ninguna visita de algún otro líder religioso ha ameritado el mismo trato o despliegue de recursos gubernamentales en México. Simplemente no existen ejemplos comparables, con todo y la drástica reducción de población católica en México, principalmente en Chiapas, durante las últimas décadas.
Hoy queda claro que la primera visita de Jorge Mario Bergoglio como Francisco a territorio mexicano ha sido simplemente ensuciada por la acostumbrada y desmedida intervención los políticos mexicanos (ahora más desacreditados que nunca) en un asunto de fe y evangelización que los gobernantes han convertido nuevamente en un show para sacar todo el provecho político posible.
Pero ojalá el primer Papa latinoamericano dé la sorpresa que muchos críticos del actual régimen mexicano esperan, y finalmente, como ya lo ha hecho en otros episodios de su aún corto pontificado, se salga de los discursos autorizados para fijar alguna postura enérgica sobre los temas de violaciones a los Derechos Humanos que hoy tanto duelen a los mexicanos. A fin de cuentas uno nunca pierde la fe.

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