Tubo de ensayo / Rene Delios

En un año diferido, México renueva más de la mitad de sus posiciones de decisión.
Nos referimos a 2015 y 2016, en que en las pasadas elecciones de junio se votaron 9 gubernaturas, reprogramándose Colima, y que se efectuará en días, y para las programadas oficialmente en 2016, pues hay doce, esto es que en estos meses que comprenden trece meses, la nación renueva 21 de 32 entidades, casi dos mil alcaldías, y unos mil diputados locales.
Más de medio país antes de las elecciones federales de 2018.
¿Pero qué con el proceso de renovación y recambio de la vida social, económica y política de México?
En cada entidad se esperan nuevos proyectos, el «ahora sí» y demás refranera que no cuadra en los beneficios supuestamente anunciados.
Los mexicanos votamos, cada vez menos, es cierto, pero eso no es gratuito>: tiene su origen y éste es el que no se ve aun claro qué resuelven en favor de las mayorías los señores que llegan al poder.
Hemos tenido ya de todos los gobiernos partidistas mayoritarios y hasta en alianzas, en las entidades del país, y desde luego éstas no han llegado a las promesas ofrecidas ni mínimamente, ante un desgaste social evidente como en la falta de respuesta expedita de las demandas sociales.
No puede estar equivocado el pueblo, que padece las condiciones en que las autoridades administran y gobiernan la nación.
Ciertamente leemos, escuchamos, vemos que se habla de que las reformas estructurales fueron bien observadas en el exterior ¿pero en lo interno? Como decirle a los mexicanos en un futuro inmediato que otra vez no se pudo.
Los mexicanos no quieren verbo, quieren ya resultados, concretos, palpables.
Años ha de promesas, justificaciones posteriores, de que por esto y aquello el asunto no funcionó y el caso es que a la nación le ha costado tanto, durante años, gastar millones en legislaturas y programas que no han beneficiado en nada a los que menos tienen.
Otra vez 2016 es año electoral, año nuevamente caro ante los pocos que votan en relación a lo que al final de cuentas sale cada sufragio: no hay confianza en esa clase política.
Y no confía a tal grado que se puede vaticinar una pobre participación ciudadana en las urnas.
Ahí están las estadísticas preliminares de los adelantados a los tiempos, pues aún faltan tres años para el 18, y ya tenemos a varios en el escenario de la contienda, como López Obrador, Margarita Zavala, Miguel Angel Mancera y hasta el propio Beltrones.
¿En serio no hay nueva generación para ese tercer evento federal del siglo?
Todos los mencionados son parte de camadas políticas anquilosadas, escrudiñadas ya en su interior pero todos ya parte de las llamadas cofradías partidistas de dominio de lo mismo: el tráfico de influencias.
La corrupción política; así se hicieron u son su consecuencia.
Nada nuevo bajo el sol, y no se espera que en las estatales de 2016, la cosa sea diferente en sus candidaturas locales: el caciquismo de siempre aun no muere.

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