Tubo de ensayo / Rene Delios

Pues se cumplieron diez años de la explosión en la mina 8 de Pasta de Conchos, con el resultado de 65 trabajadores muertos, y que como otros tantos casos de negligencia o corrupción que han costado menos vidas, quedan sin solución y solo quedan en la memoria de los dolientes.
Dolientes que aun reclaman que los restos de sus seres queridos sean rescatados de la profundidad de la mina, pues solo dos fueron encontrados e incluso señalan que si algunos mineros quedaron vivos al momento del estallido, entonces se cometió un crimen de lesa humanidad, lo que se podrá comprobar si se da la búsqueda.
Pero ahí está el asunto: no se hace nada al respecto pues con las nuevas técnicas forenses los cuerpos de los fallecidos «hablarían», en uno de los tantos casos en éste México sin leyes, sin respeto al dolor humano.
Y es que los dolientes quieren lo que todos los mexicanos: justicia; y se haría sacando los restos de los mineros para que los administradores de esa mina y Germán Larrea –el cínico líder minero que anduvo huyendo- junto con su consejo se irían a la cárcel, además de empresarios, ingenieros y quien era secretario del Trabajo y todos los cómplices que facilitaron que se mantenga en la impunidad este caso.
Por alguna causa de esas que no se explican, el suceso de Pasta de Conchos no alcanzó las dimensiones mundiales del caso de los 43 normalistas desaparecidos en 2014 en Ayotzinapa, y menos el prolongado ritmo de la explotación del evento por parte de no pocos protagonistas de la política nacional, a lo mejor porque no era el PRI el que gobernaba y sí el PAN.
Sobre Ayotzinapa, pues las versiones de que ya hay incluso diferencias entre los padres de los desaparecidos, corre como reguero de pólvora, y más cuando se supo que sí tienen para ir a Europa pero no a Ciudad Juárez, en dónde el comité de giras del Vaticano les dio sillas para la homilía en aquella ciudad fronteriza.
Los señores querían no solo una entrevista en corto con el papa, sino que éste se manifestara en específico sobre el caso, cuando eso no puede ser posible para un jefe de estado, y menos de visita en tierras mexicanas, además el propio Papa señaló que la entrevista no se llevó a cabo por confrontaciones internas entre los padres de los desaparecidos, lo que el abogado de los dolientes, Vidulfo Rosales, se apresuró en desmentir, asegurándole a Adela Micha del Grupo Imagen Multimedia, que hubo un error de comunicación con el vocero de los familiares, de nombre Felipe Cruz, quien estuvo mal de salud en esos días de las negociaciones para la entrevista.
Flaca explicación; se designa otro elemento para establecer los nexos y ya.
¿Y negociar con el Papa qué? Se negocia con quien puede dar soluciones: el pontífice solo los escucharía en su caso, y es ahí en dónde nace la versión de que querían una manifestación Papal a su favor, sino para qué platicar con éste.
Así las cosas entre el caso de Pasta de Conchos a los que no oye nadie, y el de Ayotzinapa que ha sido escuchado por todos lados.

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