Tubo de ensayo / Rene Delios

Sin ver la llamada secretaría de la función pública no ha servido para nada desde el sexenio de la «renovación moral de Miguel de la Madrid».
Tan es así que la dependencia de marras se ha pasado las dos terceras partes del sexenio sin contar con el nombramiento de un secretario. Todos esperaban que la dependencia desapareciera; incluso hubo un decreto no aplicado, y ha confirmado ser una de las dependencias más obsoletas de todo el gobierno federal actual.
La propia información de la Función Pública deja en claro que desde diciembre de 2012 a inicios de enero de 2015, no tuvo titular.

¿Ahora va con todo?

Por los asuntos aquellos de la llamada Casa Blanca, el presidente Enrique Peña Nieto designó un secretario que investigara si existía o no conflicto de interés y otros temas vinculados a la corrupción en el gobierno federal, y ya la saben, con el resultado de la investigación, el secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, renunció al cargo, quedando nuevamente acéfala.
Ahora se designa a la senadora con licencia y ex titular de la PGR, Arely Gómez, quien deberá cumplimentar con las funciones encargadas a esa dependencia, y que no es otra que la ley anticorrupción que para muchos es letra muerta, y más con dos ex gobernadores prófugos por saber qué instrumentos que impidieron a tiempo la detención de Padrés y Duarte.
En el papel, la Secretaría de la Función Pública es el organismo del Estado mexicano encargado de coordinar, evaluar y vigilar el ejercicio público del gobierno de nivel federal, y todos esperan que Arely Gómez le imprima por primera vez el programa para la que fue creada desde hace más de treinta años.
Desde luego que en cada entidad del país hay una similar a la dependencia hoy reforzada; la verdad a dependencia del mandatario en turno es poco probable que sean eficientes o aplicables: tendrían que ser organismos descentralizados en verdad para que puedan actuar sin que medre en éstas los mandos superiores de cada gobierno en las entidades del país.
¿Qué tenemos entonces?
Una institución poco creíble, poco eficiente, poco tomada en cuenta de siempre por los mandatarios mismos.
Hasta ahora, se supone.
Con todo y eso nada garantiza que el efecto sea igual en cada entidad de la República, en las que los titulares de las homologas a la que presiden Arely Gómez, también son nombrados por el que manda.

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