AQUÍ EL EDITORIAL / DOS CARAS

«¿Usted cree que si yo tuviera dos caras usaría esta?», soltó el presidente Gustavo Díaz Ordaz, haciendo humor sobre su fealdad, cuando le dijeron que los poblanos (su pueblo natal) tenían dos caras.
La hipocresía es desagradable y lo es más cuando ésta se da en el terreno de la esfera pública, dadas las implicaciones en la cultura política y la vida democrática de los ciudadanos en general.
Esta práctica se da cuando públicamente la clase política se manifiesta en contra del comportamiento equivocado de tal o cual personaje, pero lo hace en virtud de los intereses que representa y no propiamente por el yerro.
Si, como se han esforzado en presumir, el desafuero de un diputado local y posterior expulsión del partido que lo abanderó en la pasada campaña electoral busca ser una lección de intolerancia a la corrupción y las malas prácticas, el siguiente paso deberá ser, por obviedad e importancia, la pronta remoción del Consejo General del IEPC, dado que, por comisión u omisión, han lesionado, como pocas veces se vio antes, nuestra, de por sí, incipiente democracia. No hay que ser dos caras.

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