Chiapanecos de segunda / Álvaro Robles

El Papa y la paja en el ojo ajeno

Estimo que la expresión del Papa Francisco acerca de que el camino del privilegio o beneficios de unos pocos, va en detrimento del bien de todos, y que ello, tarde o temprano dejará una sociedad en el terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión y la violencia, será sin duda recordado muchos años, por su relevancia.
Esta esta expresión cala en todos. Si bien el destinatario son las de clase acomodadas y la inmensa bola de grillos -esos que se hacen llamar políticos- que medran con los dineros de los pobres, también está dicha para todos los demás, los que somos pobres o los que no son ricos y que ante cualquier oportunidad solo velamos por nosotros mismos. Somos escasos de solidaridad y de pensar en el bien común.
Esta expresión ha causado un leve rubor en algunos, y ha provocado aplausos desaforados en muchos. Pero supongo que no nos hemos detenido a pensar con claridad al respecto, en la profundidad de su dicho. Luego entonces, nuestros aplausos por sus «fuertes declaraciones» nos dejan en la figura de las focas de espectáculos: no sabemos ni entendemos nada, aunque aplaudamos. Las declaraciones de este jefe de estado, nada extraordinarias por cierto pero si valientes, exhiben la desconexión entre dos Méxicos de hoy. El opulento y ganador -por no decir chingador- y el de los que tienen poco o nada y están resentidos con los primeros y con el gobierno, porqué es éste, el vehículo para acceder a fuentes ilimitadas de lana y habitar en el boato inmoral.
Ahora además, como efecto espejo, el hampa dimanada de los jodidos especialmente se vuelve contra todos, nos embarra su poder, su lana y su violencia, y en el fondo lo que prevalece, es que todos somos responsables de la gradualidad lenta con la que avanza este país, porqué al final, somos mexicanos. Somos una pasta dispareja, nada solidaria, resentida, molesta, pero con el vecino, cuando nuestra molestia debería ser contra nosotros mismos.
Ayer que el Papa Francisco hizo de su presencia una amplia reivindicación de los pueblos indígenas, de quienes y dijo: «tenemos mucho que aprender de ellos y debemos pedirles perdón» Se refirió a la incomprensión de nosotros mismos y ese deporte que tenemos por excluir al de enfrente, en una extraña paradoja nacional: Cuando todos excluimos terminamos siendo unos y desdibujamos a los otros. Lo lamentable es que no nos percatamos de ello y seguimos pensando que somos especiales.
Pareciera que el humo de nuestra indiferencia por el bienestar común nos ciega y el resentimiento anestesia nuestra solidaridad ante la injusticia. Hemos perdido fe en que es la ciudadanía, que es la que va a hacer el cambio. Somos los pobretones, los que no vivimos con lujo los que podermos hacer algo por nuestro país. Estamos como dice el mismo Papa, siendo presos del pragmatismo, y necesitamos reaprender el valor de la gratuidad; el anhelo de vivir en libertad que tiene sabor a tierra prometida, donde la opresión, el maltrato y la desigualdad no sean moneda corriente.

Jojojó, ahí lo ven paisanos.
Mail alvarorobles1303@gmail.com
Jojojó. Ahí lo ven.

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