Chiapas desde el Senado / Zoe Robledo

No es la #Ley3de3

Hace casi dos años, en diciembre de 2014, en la entrega de la Belisario Domínguez, pronuncié un discurso frente al Presidente de la República y al resto de la clase política, en donde hice un planteamiento que en ese momento parecía imposible: que todos los funcionarios públicos tuvieran que presentar de manera pública y sin reservas tres declaraciones -la patrimonial, la fiscal y la de intereses- como una medida para combatir y prevenir la corrupción. En ese momento mucha gente se me acercó y reconoció la noble intención de esta propuesta, pero junto con ello la mayoría me expresó su escepticismo. «Esto nunca va a suceder» me dijeron.
Y yo no les creí. ¿Cómo creerles? ¿Cómo saber si una propuesta como esta funcionaría o no, si nunca antes se había planteado algo así? Luchar contra la corrupción es recuperar la idea de futuro sin quedarnos atrapados en la trampa del presente. El futuro en donde mi hija Julia en 15 o 20 años habrá de preguntarme qué es lo que estaba haciendo yo -siendo senador en un tiempo tan convulso y difícil para el país- para acabar con la enfermedad más terrible del sistema político mexicano.
A raíz de esa propuesta empezaron a surgir cambios.
El 4 de febrero de 2015 se presentó la plataforma legisladortransparente.mx en el Senado de la República. Fue un primer paso con el que se planteaba que de manera voluntaria los políticos y funcionarios publicaramos nuestro #3de3.
Ese día el auditorio Octavio Paz del Senado estuvo vació de políticos; sólo 2 senadores y 2 diputados decidimos presentar nuestras declaraciones. Los que sí estaban ahí eran muchos de los miembros de la Sociedad Civil que han seguido en esta lucha hasta el día de hoy. Uno de ellos, Juan Pardinas recurrió a un hecho histórico para darnos ánimo de que nuestra lucha no era fútil aunque tuviera escasa concurrencia.
Dijo: «El 20 de Noviembre de 1910, Francisco I. Madero convocó a la Revolución Mexicana, en Piedras Negras, Coahuila. (…) Fue un acto poco climático porque llegó muy poca gente a la convocatoria. Y hoy creo que estamos enfrentando una revolución, es una revolución pacífica que empieza con la decisión voluntaria, sin ninguna obligación jurídica de hacerlo de dos senadores.»
De hecho, durante algún tiempo nuestra propuesta tuvo una respuesta aún más escasa que la de aquel 20 de noviembre; no fue sino hasta que llegaron las elecciones que varios otros políticos se unieron a nuestro ejemplo e hicieron público su 3de3; muchos de ellos motivados únicamente por ganar votos y no por un espíritu democrático.
Eso nos hizo dar cuenta de que por la vía de la voluntad no se resolvería el problema de la corrupción en México; que había que poner incentivos y castigos, que había, en fin, que construir una ley que volviera obligatorio el ejercicio que algunos, muy pocos, habíamos realizado de manera voluntaria.
Fue por ello que empecé a trabajar con miembros de la sociedad civil para llevar nuestra revolución pacífica a otro ámbito: el ciudadano. En ese momento las asociaciones civiles tomaron el mando y yo me convertí en un acompañante más; fue así que la Iniciativa de Ley #3de3 nació como un movimiento social histórico por la forma en la que se concibió y cómo fue evolucionando de forma democrática, amplia y participativa.. Primero, la iniciativa fue redactada profesional y meticulosamente por miembros destacados de la sociedad civil, luego fue firmada por 634 mil mexicanos y finalmente fue contabilizada y aprobada por el INE para presentarse aquí en el Senado.
¿Y qué ha pasado desde entonces? Los políticos le hicieron lo mismo que los críticos le hicieron a la poesía de Pablo Neruda:

«la hicieron embudos,
la enrollaron,
la sujetaron con cien alfileres,
la cubrieron con polvo de esqueleto,
la llenaron de tinta,
la destinaron a envolver relojes,
la protegieron y la condenaron,
le arrimaron petróleo,
le dedicaron húmedos tratados,
la cocinaron con leche,
le agregaron pequeñas piedrecitas,
fueron borrándole vocales,
fueron matándole sílabas y suspiros,
la arrugaron e hicieron un pequeño paquete que destinaron cuidadosamente a sus desvanes, a sus cementerios
y luego, se retiraron uno a uno enfurecidos hasta la locura.»

Esto es lo más frustrante. Después de una larga lucha el dictamen que finalmente se presentó a votación y que se aprobó finalmente estaba tan intervenido y desviado de su propósito original que se vuelve casi irreconocible. Ésta no es la iniciativa ciudadana #3de3 que los mexicanos pidieron.
EL 3de3 no era el elemento más importante del Sistema Nacional Anticorrupción pero sí es el más legitimador, el más simbólico, el que da significancia a la existencia a todo el sistema. Sin el 3de3 obligatorio y público como lo plantearon los ciudadanos, este Sistema Anticorrupción es una simulación que pretende engañar a la ciudadanía; no sólo porque no cuenta con un elemento esencial para su funcionamiento sino porque ha destruido el mismo símbolo que lo vio nacer; porque ha ignorado el malestar de origen que motivó su discusión; porque su ausencia perpetúa el mal de origen que ha generado tanta corrupción en México: la ausencia de herramientas para empoderar al ciudadano: la ausencia de transparencia, la ausencia de rendición de cuentas.
Cada seis años salimos a pedirle a la ciudadanía que vote por nosotros, Esta semana, por primera vez en la historia, la ciudadanía vino a nuestra casa a pedirnos un voto para ellos. Un voto para su iniciativa, no para la nuestra. Un voto para el #3de3 completo. Y se lo negamos.

El autor es Senador de la República por Chiapas

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