Galimatías / Ernesto Gómez Pananá

Le Columne

El español es el segundo idioma más hablado en el mundo, solo superado por el chino-mandarín. Su surgimiento es resultado de la evolución del latín vulgar que solía utilizarse en las diferentes regiones que hoy conforman España, particularmente el reino de Castilla entre los siglos IX y XV de nuestra era, en dicha evolución tomó también elementos culturales cristianos, judíos y musulmanes.

Su expansión fuera de España se fortalece puesto que justo cuando el imperio español pasaba por su época de oro con la llegada de Colón a América, en 1492, el español se estandarizaba como idioma: en ese mismo año se publicó la Gramática de la Lengua Castellana de Nebrija. De entonces a la actualidad, el español -como cualquier idioma- no ha dejado de expandirse y de evolucionar.

Los idiomas, en este caso el español, si bien pudiera parecer algo intangible, es una instancia viva que se transforma de manera permanente y en ocasiones casi imperceptible. Claramente no es el mismo idioma español el que hablamos hoy día que el que hablábamos en nuestra infancia ni tampoco el que hablaban nuestros abuelos. Las razones son diversas. Refiero algunas:

1. La evolución generacional y el cambio natural. Palabras o formas gramaticales que surgen al tiempo que otras desaparecen: raro es escuchar hoy por ejemplo, las palabras “guindado” o “embrocado” que solían usar los abuelitos -y abuelitas- de Tuxtla para decir que algo estaba colgado o caído de bruces —acá otro sutil ejemplo de expresión en desuso-. Por el contrario, nuestros abuelos no conocieron el término “encuesta” como hoy lo conocemos, que es un término que refiere a una especie de “elección primaria” (disculpen Uds., el sarcasmo está de vuelta)

2. Las influencias culturales derivadas de migración o globalización. Ejemplos tan normalizados como las palabras “pizza”, de origen italiano o “champú”, que deriva del inglés. Ambas palabras se posicionaron en el idioma español en los últimos 40-50 años, no mucho más.

3. Evolución tecnológica. Nuestros tatarabuelos -y tatarabuelas, si- no conocieron los términos “selfie”, “chat”, “podcast” o “compra en línea”, todos tienen menos de treinta años de existencia.
En tanto el lenguaje es la herramienta con la que nos comunicamos -sea escribiendo, hablando, leyendo, escuchando-, su evolución impacta en todo lo que somos como seres humanos. En su obra “Historia de la sexualidad”, el filósofo Michael Foucault sostiene que la concepción “moderna” de la sexualidad surge “apenas” en el siglo XVII y los términos “homosexual” o “lesbiana” hasta el XIX. De la mano de la evolución de lo que somos como especie, evoluciona también el “cómo lo nombramos”. La evolución es un proceso tan intangible como constante.

Todo este prolegómeno dominical viene a cuento a propósito del trágico fallecimiento de quien en vida llevó por nombre el de Jesús Ociel Baena, acaecido en Aguascalientes.

Mis querides once lectores -lectoras y lectoros, Oknot- seguramente escucharon la noticia y posiblemente también, pudieron ver alguna nota o publicación en redes sociales acerca del personaje en cuestión: genéticamente un varón, incluso con barba de uno o dos días, de boca maquillada pero de voz ronca, con saco y corbata aunque con falda y zapatillas. Un personaje brutalmente disruptivo. Se sabía pionero en la tarea de sacudir, desafiar y posicionar la causa de la diversidad -en este caso sexual-. Fue sin duda un provocador que ya tiene su lugar en la historie.

El idioma es cosa viva y si bien sus reglas formales, en el caso del español las determinaba la Academia Española, en las calles, en las casas y en los sentires de cada persona, anidan formas de comunicarse que van dando forma a nuestro idioma. A veces se posicionan de manera sencilla y dócil, en otras su posicionamiento incomoda y genera resistencias: a algunos les incomoda el uso de los términos “todos, todas y todes”, el uso del “ellxs” o “nosotr@s”. Son procesos lentos y largos pero naturales. Al tiempo nos adaptaremos. En este mundo debiéramos caber todos, todas y todes. El primer paso para reconocer es nombrar. Es parte de nuestra libertad.

Oximoronas 1. Antes de la década de los 90s, el uso del cinturón de seguridad en los automóviles no era cosa común. Hoy es prácticamente impensable un vehículo en el que los ocupantes transiten sin usar dicho aditamento. No sin resistencias ni ajustes pero al tiempo, hoy es algo generalizado. Así pasa con los hábitos conductuales pero también con los conceptos y las expresiones.

Oximoronas 2. Argentina elige hoy. Sus opciones son por un lado el peronismo que en la ruta de la izquierda se ha cansado de hundirla en el abismo. Por el otro, el neopopulismo de derecha que por otra ruta, logrará tal vez sacarla de ese abismo para hundirla en otro igual de hondo. Visto está que el problema no es la “democracia electoral”.

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