La cuota para ejercer el derecho a la libertad de expresin es la vida / Sandra de los Santos

 «¿Qué más podemos hacer?» Se lee en el chat y hay un silencio, nadie contesta. Las ideas se han acabado: presentarse en la conferencia mañanera del presidente, manifestarse en las plazas de todos los estados, una movilización virtual. Una compañera me pregunta, directamente, qué se me ocurre para manifestar nuestro repudio en contra del asesinato de nuestra compañera, Lourdes Maldonado, periodista de Baja California e integrante de la Red Nacional de Periodistas. Me quedó callada…y luego digo «no sé qué más podemos hacer».

El tema se habla en todos los grupos de periodistas a nivel nacional. Los pronunciamientos empiezan a salir, los mensajes de indignación, de hartazgo y de indignación caen uno atrás de otros.

En este país llevamos años manifestándonos, años creando estrategias para seguir ejerciendo el oficio de la información en el país en donde más se asesinan periodistas en el mundo.

Según datos oficiales del gobierno federal el 90 por ciento de agresiones en contra de periodistas y defensores de los derechos humanos quedan impunes. Las propias cifras de la Secretaría de Gobernación señalan que de diciembre de 2018 al 13 de julio de 2021 se asesinaron 43 periodistas, esto sin contar los que se sumaron en los últimos meses del año pasado, entre ellos el chiapaneco Fredy López Arévalo, y sin considerar, claro, los tres periodistas asesinados en los primeros días del 2022.

Estas cifras superan la de cualquier otro país, inclusive, aquellos que viven en guerra o con democracias que han sido cuestionadas.

Pareciera que la capacidad de sorpresa se ha perdido, que las ideas para hacer visible lo que se nos restriega en la cara se agotan. En México con la pérdida de su vida, las y los periodistas están demostrando que las acciones o falta de ellas de los gobiernos estatales y federal no están funcionando.

El presidente Andrés Manuel López Obrador debe dejar de ver a las y los periodistas como sus enemigos naturales.

No sé qué más hacer, pero estoy segura que no podemos quedarnos sin hacer algo, que hay que seguir poniendo el tema en la mesa, que ya no debe de costar la vida de nadie la falta de políticas públicas adecuadas para garantizar la libertad de expresión y de prensa en México.

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