Mujeres y tiempo / Claudia Corichi

La pandemia y las afectaciones económicas han acentuado las condiciones desfavorables para las personas más pobres, agravando la desigualdad en el mundo. Históricamente crisis como ésta repercuten profundamente en la vida de las mujeres. La educación a distancia, sobre todo nivel básico, se ha convertido en una jornada extra para mujeres que, además, atienden el hogar y/o trabajan, a lo que se suman otros ejemplos. Por eso es tiempo de poner un tema en la palestra: la economía del cuidado.

Según la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT 2019), en México, prácticamente 5 de cada 10 horas trabajadas contribuyen a la economía sin pago alguno. Estas labores no remuneradas corresponden al cuidado del hogar y la familia y responden, en cierta medida, a la falta de servicios públicos accesibles y de calidad, por lo que la sociedad compensa esta ausencia al adjudicar a las mujeres la responsabilidad del cuidado de la familia, además de los trabajos domésticos.

En promedio, las mujeres no reciben pago por las 2 terceras partes de tiempo total de trabajo, mientras que a los hombres se les paga por el 68%. Además, para cumplir con los cuidados que la familia requiere, las mujeres trabajan 6.2 horas más a la semana. Si agregamos la brecha salarial en la que, en promedio, las mujeres perciben 18.5% menos que los hombres por trabajo equitativo y que la presencia de techos de cristal impide que el 74% llegue a puestos que paguen más de 15 salarios mínimos, apenas comenzamos a dibujar la tremenda situación de desigualdad con la que las mujeres nos enfrentamos a la pandemia.

La economía del cuidado trata de cerrar estas brechas y eficientar el uso del tiempo y la productividad económica de las personas. Es un espacio virtuoso de desarrollo, promovido por la implementación de remuneraciones justas al trabajo doméstico y de cuidados, que impacta favorablemente en el desarrollo de cualquier sociedad y genera igualdad.

Para ello ONU Mujeres ha propuesto la ruta de las 3 R: 1) reconocer que el cuidado (desde el mantenimiento de espacios y bienes, hasta la formación de personas, la nutrición de relaciones sociales y el apoyo psicoemocional) es indispensable y se asigna injustamente a mujeres, sin remuneración. 2) Redistribuir el trabajo no remunerado de forma equilibrada. 3) Reducir la carga trabajo no remunerado y trasladar al estado y al sector privado. Oxfam agrega una 4ta R, Representar mediante liderazgos feministas, los intereses de las mujeres en diseño y ejecución de políticas públicas.

Coincido con la CEPAL, la economía del cuidado es un acelerador del cambio estructural que promueve el trabajo digno, la autonomía económica e instaura igualdad. Esta tarea es responsabilidad de gobierno y ciudadanía.

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