Participacin econmica femenina / Claudia Corichi

Aprovechando que el lunes fue Día Internacional de la Mujer, quiero aprovechar este espacio para hablar de cómo se trasponen las crisis actuales y los esquemas de desigualdad, fenómeno que ha llevado a las mujeres a ser el sector de la población más afectado en el país y en el mundo.

Como comentaba la semana pasada, las mujeres, dedican 5 de cada 10 horas de su tiempo a trabajos no remunerados como los cuidados de la familia y el hogar. Esta asignación asimétrica puede y debe remediarse con políticas públicas y fiscales que promuevan igualdad de oportunidades y salarios.

Como ejemplo: se ha comprobado que cuando se ofertan servicios públicos o privados de calidad enfocados al cuidado de niñas y niños, como estancias infantiles y guarderías, hay un crecimiento en la participación económica de las mujeres, que pueden integrarse a las actividades productivas y mejorar la calidad de vida propia y de sus familias. Sin embargo, de acuerdo con datos del Banco Mundial, en México solo 5% de niñas y niños menores de 2 años tienen acceso a estos servicios, cuando 35% es la cifra promedio para los países de la OCDE.

Otra brecha importante es la salarial. No solo muchas mujeres no pueden salir a trabajar, sino que las que sí lo hacen enfrentan sueldos de 33% a 22% menores dependiendo el sector económico en el que se desempeñan. Ahora, las consecuencias de la pandemia y las triples jornadas resultaron en cifras devastadoras. 54% de las personas que perdieron su trabajo en el mundo fueron mujeres, en parte como consecuencia de que las actividades con mayor presencia femenina son de las más afectadas, y en parte porque tuvieron que hacerse cargo de la escuela en casa y sin medidas de flexibilidad laboral que les permitieran seguir con sus actividades laborales a distancia.

En México −país de la OCDE con menor proporción de mujeres trabajando−, de acuerdo con datos de la CEPAL y el INEGI, 4 de cada 10 mujeres perdieron su empleo por la pandemia lo que ha llevado un retroceso de 10 años en el porcentaje de participación femenina. Si la participación de las mujeres fuera igual que la de los hombres, el PIB podría crecer hasta 22%, así de importante es la necesidad de cambios estructurales que pasan por políticas públicas y fiscales, medidas afirmativas para permitir a las mujeres acceder a puestos directivos en el sector público y privado, además, del necesario fortalecimiento de instituciones dedicadas a proveer cuidados. De no concretarse, llevaría 100 años alcanzar la igualdad, y como diría el dicho «no hay mal que dure 100 años… ni quién lo pueda aguantar».

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