Trastorno Esquizoide / Álvaro Robles

En Chiapas nada sucede. Hay polvorines por doquier. Conflictos por tantos rezagos que es inoficioso para esta opinión muy personal enumerar hoy nada. Es difícil escribir sobre ello, cuando al parecer a nadie le importa lo que digas. A los gobernantes, si les molesta desdeñan la opinión y al ciudadano promedio, si lo alcanza a leer solo les conflictúa -tantito- el día.
Como miembro de la comunidad y analista de las condiciones sociales y políticas del estado, he bregado en la expresión pública desde hace más de 30 años. Mis pininos fueron el diario !Es¡, El Observador, y revistas diversas. En la brega conocí Sergio Melgar, Candelaria Rodríguez, Juan Balboa y Oscar Palacios, por decir algunos. He trabajado en radio, prensa escrita y televisión. No he concluido estudios profesionales, ni tengo diplomados en universidades, como algunos abusados presumen y lo asiento. Mi falta de academicismo escolar no obnubila mi perspectiva. Esta es y ya.
En ese proceso de tratar de informar uno se inocula de una enfermedad, que al menos yo, no le conozco cura: la conciencia de masas. Entendida ésta como el conocimiento adquirido por personas que se relacionan entre sí y construyen lazos para ayudarse. Con ésta se actúa – bien o mal, tal sea el caso- con plena conciencia de que lo uno haga a diga tendrá un efecto en la colectividad a la que perteneces.
Anticipo esta aclaración porqué en mi estado tan querido, en mi país que tanto amo, cada vez me resulta más difícil escoger un tema para escribir y tratar de ganarme la vida con ello. Hay tal desprecio a la opinión de los comunicadores, que no sea exclusivamente para ahondar el resentimiento social y allanarse en el jodidismo. No veo yo que esto de empeñarse en opinar para la comunidad sirva o nutra.
Tal vez por ello la mayoría de los periolistos de Chiapas solo se dedican a la lisonja y a la diatriba, dependiendo si el cliente paga o no, y tal vez por eso estamos la mayoría en el descrédito y nuestra labor no resulte necesaria para la mayoría.
Sin embargo insistiré. Cómo diría Octavio Paz de los Pachucos del sur de EUA, en su imprescindible libro El laberinto de la Soledad, hay una niebla que flota, que no se adhiere a la tierra, pero tampoco se desvanece en el cielo. En medio está, aunque sea casi transparente y no pertenezca a ningún lado. Así insistiré en expresar públicamente mi opinión, en la intención de ayudar, por mínimo que esto sea.
Seguiré.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *