Tubo de ensayo / Rene Delios

La demanda en contra de Silvano Bautista Ibarias es consecuencia de la falta de criterio político que tienen no pocos representantes populares sin escrúpulos, como la priista María de Jesús Olvera, que ingresa a Chiapas en la lista de periodistas bajo riesgo de la cual estaba excluido.
En un país en dónde el ejercicio periodístico sufre consecuencias bárbaras por el asesinato constante de compañeros, en el que se ha hecho también constante demanda de respeto a la libertad de expresión, el que se den éste tipo de acciones de parte de un personaje público deja en claro que la intolerancia a que se hagan públicas sus acciones turbias con información precisa, oficial, también es de riesgo.
Si la información del columnista fuera subjetiva, entraría al beneficio de la duda, pero documentada en oficios y gráficas pues cómo demandar como daño moral, menos como difamación.
Sabemos que cómo difamación no procede; como daño moral pues tampoco.
Se observa, eso sí, lo desdimensionado del monto por el daño en la demanda de referencia, que es por cinco millones de pesos, cantidad que sorprendería incluso a empresarios de medios informativos nacionales, por lo que es de la peor calaña aplicársela a un reportero a sabiendas de que no podría págalo en caso de proceder en su contra.
No pudo con algo así Isabel Arvide, alguna vez jefa de prensa en el gobierno chiapaneco, demandada por difamación por Sasha Montengro, a la que le tuvo que pagar por daño moral 600 mil pesos en 2002, que obligó a la periodista a vender sus propiedades ante la resolución de paga en una sola exhibición y en fecha muy corta.
La referencia ubica que el monto de Olvera se dispara con el ánimo de que el periodista no tuviera forma de cubrir «su daño», y entonces encontramos que ésta mujer busca –porque ese proceso sigue ¿O retiró la demanda?- que el periodista se quede en la cárcel en caso de proceder su iniciativa, a la que ¡jurenlo! le aplicaría todo tipo de tráfico de influencias para tal fin, pero como que «se le volteó el chirrión».
Queda ahí en la imaginaria de cada quien la calidad moral de la susodicha.

Matraz

Lo que está tras la CTM son contratos millonarios en transporte de carga y maquinaria pesada, además de personal vía constructoras afiliadas.
Eso significan también entradas económicas muy importantes para la central obrera, que quien sabe por qué dice tiene exclusividad en obras, en especial la federal, como es en el caso de la presa hidroeléctrica Chicoasén II, detenida por los constantes problemas que se han presentado, incluso por el descubrimiento de una zona arqueológica a la que tratan de rescatarle lo que se pueda –pues quedará bajo las aguas-, además de que los habitantes de la zona, reclaman también, que les den ocupación, lo que no se puede porque eso es exclusividad de la CTM.
El colmo sería que hasta las empresas contratadas o subcontratadas fueran de lidercillos cetemistas, para complementar en lo redondo ese actuar tan turbio que de siempre ha habido en torno a esa central y sus protegidos en sindicatos de todo tipo, que permanecen por años al frente de éstos, derrochando el varo de los trabajadores, como lo hace Carlos Romero Deschamps y otros empotrados en el sindicalismo mexicano, corrupto y deleznable.
(Es de reconocer la reacción solidaria del gremio periodístico, conciente de la gravedad del asunto: indistintas organizaciones de periodistas -y hasta los que no pértenecemos a ninguna- por todo el estado, cuestionaron el hecho de la demanda millonaria. No se espera que algún representante de su partido la acuerpe, salvo riesgo a las siglas que representa y la figura propia. Lo que sí queda claro que un punto común unió criterios en éste gremio tan disociado).

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