Soñar con árboles
Recordar.
Ir al archivo de la memoria y traer los retazos.
Lo poco que deja ver el destellar del instante.
¿Acaso hay quien lo recuerde todo?
Dicen que sí: los que recuerdan como si tomaran fotografías.
Pero ¿acaso no es la fotografía sólo una sección de la realidad, un encuadre, la lectura del mundo de quien da clic?
Para completar la amorosa experiencia de recordar hay que hacerlo también con el corazón: lo que vi es en realidad lo que sentí. El árbol que no cayó, que no calló, y todos escucharon.
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Lo recuerdo y me da risa: la cara de sorpresa de todos.
Yo gané. De todos los sentados a la mesa de huanacastle mi nombre salió al último y gané.
El más ferviente admirador. El embajador de su poesía a donde voy. El que se sabe de memoria sus poemas favoritos. El que tiene todos los libros que son posibles tener. Es decir yo: gané.
Gané Soñar con árboles (2020), setenta años en setenta imágenes. Libro conmemorativo por los 70 años de Efraín Bartolomé con fotografías de Guadalupe Belmontes Stringel, su amada y capturadora del tiempo y los momentos en que ha descubierto al poeta «contemplando el fuego fascinoso que despide algún árbol tutelar en muy diversos puntos del planeta».
He aquí el testimonio del libro que no tenía: de todos los que comieron tasajo con pepita ese sábado de anuncio, yo gané. Así lo quiso la Diosa.
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DE EFRAÍN:
Ma parece que vale la pena comentar que la rifa se hizo entre los comensales y las diligentes cocineras que prepararon los exquisitos platillos y nos atendieron esmeradamente.
¿Y por qué la rifa?
Porque «SOÑAR CON ÁRBOLES Setenta años en setenta imágenes», el libro diseñado por Berenice Torres con poemas míos y setenta fotos que mi amada Guadalupe Belmontes Stringel me ha tomado en diversas partes del planeta ante árboles imponentes, es una edición no venal, de muy corto tiraje, como suelen ser los libros de artista, que sólo estará en un puñado de manos.
Ya en plena celebración se nos ocurrió que el último ejemplar que nos quedaba en Tuxtla, y que era para Rodrigo, lo rifáramos entre los asistentes a la comida que el aludido nos brindó.
La mano inocente que fue revelando los nombres de los participantes fue la de Sofía, la joven hija de Alma y JJ Balcázar.
Para sorpresa de todos y sin truco alguno… ¡se lo ganó Rodrigo!
Y lo mejor de todo: la alegría reinante durante las muchas horas que duró nuestro encuentro inolvidable.
Doy fe.