Bisnes azules / Rodrigo Ramn Aquino

Si, como se presume en Chiapas, la diputada plurinominal panista Janeth Ovando fuera la elegida y respaldada no sólo por el senador Roberto Gil Zuarth, sino por el presidente nacional Ricardo Anaya, para conducir el destino del Partido Acción Nacional en nuestro estado, pues simplemente ya lo sería.
Si todo estuviera planchado, como poco a poco se han ido convenciendo a sí mismos y a otros los azules con franjas verdes, pues en noviembre pasado se habría emitido la convocatoria y en diciembre se hubiera hecho una gran pachanga por la elección de la coleta, pero ni posada hubo.
Es cierto, el principal promotor y operador de la desarraigada legisladora es el también plurinominal por Chiapas, Gil Zuarth, quien ha entendido muy bien que sus posiciones políticas pueden facilitar algunos negocios familiares (por ejemplo, a su tío, el dueño de leche Pradel, le va muy bien con los desayunos escolares que el gobierno entrega en el estado).
Pero no es el único, los promotores locales son Juan Carlos Moreno Guillén, presidente del Tribunal Burocrático de Chiapas; Ovidio Cortázar, secretario de Economía; y su comunidad evangélica en SCLC, representada ampliamente por la exdiputada local Claudia Orantes Palomares, esposa del alcalde Marco Cancino, del PVEM.
Digo desarraigada porque la señora Ovando ha hecho toda su carrera política en el centro del país, en una cartera del CEN del PAN. Ningún peso específico tiene salvo el interés puesto en ella por el presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, a quien no se le recuerda discutiendo ningún tema de Chiapas en la máxima tribuna del país.
¿Qué pasa, entonces, con Carlos Palomeque Archila, el aún dirigente azul? ¿La apoya, se somete, se resiste? Creemos que acostumbrado a negociar con el aparato de gobierno desde hace nueve años, buscó dejar a un fiel como legado que le prolongara el buen vivir, pero al ver que la embestida oficial ahora se lo salta, se replegó y atrincheró, hasta que alguien le ofrezca algo antes de partir.
Espera en vano. Sus servicios ya no son requeridos. Vienen por el control total para hacer del PAN chiapaneco lo que hicieron con el PRD, un apéndice del partido del tucán, condición que hoy lo tiene a punto de la inanición, con muy poquitos comiendo con manteca, y cargando a cuestas la decepción del voto de izquierda.
Con más pasado que futuro, Palomeque debe apostarle a una salida decorosa, que le dé oportunidad a su partido de recuperar la confianza ciudadana y de cosechar en 2018 el fruto de la semilla de inconformidad sembrada en el pasado proceso electoral, en que por poco recuperan la capital del estado porque supieron encausar las aspiraciones de los que ya no quieren lo mismo.
Es tiempo que haga lo que los blanquiazules y algunos sectores sociales siempre han esperado de él, que reconozca e impulse los verdaderos liderazgos chiapanecos, o que por lo menos ya no ponga trabas a los cuadros locales destacados que pueden ser competitivos para recuperar espacios y equilibrar fuerzas.
Así las cosas. Hay de dos sopas: o reciben la imposición oficial con las consabidas consecuencias o por fin deja que el partido luche por su supervivencia con cuadros como Mirna Camacho, Gloria Luna, César Rodríguez, u otros, que sí tienen el pulso de las circunstancias político-electorales de este rincón del país.

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