La reforma a la Universidad / Eduardo Torres Alonso

Las universidades son espacios en donde se crea y comparte el conocimiento, pero también son lugares de disputa por el poder en tanto que existen grupos e intereses diversos y, en ocasiones, confrontados. No es raro que así ocurra. La propia concepción de este tipo de instituciones –las que en realidad lo son y no se dejan llevar por el lucro y el engaño– persiguen la convivencia de visiones distintas, pero esos desacuerdos y discrepancias, cuando ocurran, deben enmarcarse, no sólo en la civilidad que caracteriza la convivencia cotidiana, sino en la conducta universitaria en donde lo que es importa es preservar y mejorar a la propia institución.

Por ello, los cambios a la legislación de las instituciones de educación superior, el ámbito formal que regula sus tareas, autoridades y conflictos, deben ser motivo de escrutinio y reflexión, porque estas son un bien público y cumplen una tarea de la mayor dignidad para las sociedades.

El 13 de diciembre del año pasado se publicó en el Periódico Oficial del Estado Libre y Soberano de Chiapas el Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley Orgánica de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH).

Dentro de estos cambios sobresale el establecimiento del Bachillerato de Innovación, Ciencias, Artes y Humanidades de Chiapas que viene a recordar a función educativa del extinto Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, antecedente de la UNICACH. La tarea de impartición de educación media superior no es sencilla y tendrá retos que enfrentar; en particular, en una entidad en donde el grado promedio de escolaridad en personas de 15 años y más es de 7.8 años (casi segundo año de secundaria), mientras que a nivel nacional el promedio es de 9.7 años, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del INEGI de 2020.

El Bachillerato ICACH se presente como una opción de formación interdisciplinaria (desde el nombre se puede encontrar alguna coincidencia con el Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM, fundado en 1971 por el entonces rector, don Pablo González Casanova) para la juventud de Chiapas que desea seguir sus estudios.

Durante el ciclo escolar 2021-2022, el total de alumnos inscritos en este nivel escolar en la entidad fue de 208,983, de conformidad con la información de la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública. Esta cifra, eventualmente, se incrementará al contar con una alternativa adicional que se suma a los espacios que ofrecen los colegios de Bachilleres, de Estudios Científicos y Tecnológicos, y Nacional de Educación Profesional Técnica.

Por otro lado, la reforma a la Ley Orgánica de la Universidad establece, en términos claros, su autonomía, lo que no significa extraterritorialidad ni autarquía. Es colaboración con otras instituciones y autoridades públicas, sin perder de vista que la propiedad sirve para autorregularse y autogobernarse, para llevar a cabo sus funciones sustantivas (docencia, investigación y difusión), para incentivar y defender la libertad de cátedra y de investigación, así como la discusión de las ideas dentro de la universidad, para determinar sus propios planes y programas de estudio, para establecer los requisitos y condiciones para ingreso, permanencia y egreso de sus estudiantes, y para el ingreso, promoción y permanencia de sus empleados; en fin, para administrar su patrimonio. La autonomía hace a las universitarias y los universitarios responsables del presente y del futuro de la institución, de procurar su bienestar y su respetabilidad.

El hito de 1929 que estableció la autonomía de la entonces Universidad Nacional de México, después de la lucha de estudiantes y docentes por obtenerla, significó que la UNAM cerrara las puertas a las influencias, a veces, perniciosas, de funcionarios. Desde ese lejano año, la autonomía prevalece y es signo de identidad de la comunidad. Ningún universitario estaría dispuesto a renunciar a ella. Es más, saldría a defenderla en caso de que alguien, sin importar quién, se atreviera siquiera a insinuar su desaparición.

En el horizonte, hay nubes oscuras, pero la UNICACH encuentra en estas dos reformas a las que me referido los asideros para hacerle frente.

La Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, que el próximo año conmemorará su octogésimo aniversario, considerando la fundación del ICACH, recibe lo que está por venir con vitalidad y su compromiso con la educación pública, laica, gratuita y de calidad se debe vigorizar. Son muchos los retos, pero son más las fortalezas.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *