Palma de aceite: las plantaciones que acorralan selvas y manglares en el sureste de México

Entre 2014 y 2019 se perdieron al menos 5,400 hectáreas de bosques y selvas por la expansión de la palma de aceite en Chiapas, Campeche, Tabasco y Veracruz

Amineth Sánchez / La Lista 

Lo presume sin modestia. Apenas la plática lo permite, el hombre lanza la frase: “Gracias a la palma de aceite traigo dinero en mi bolsa”. Sus 11 hectáreas sembradas, con 145 plantas en cada una, le dan buenos rendimientos, dice. Si no tuviera su plantación de palmas, insiste, “me estaría muriendo de hambre”.

El hombre es palmicultor y comerciante en el municipio de Palenque, en Chiapas, al sureste de México. La actividad que realiza, en teoría, no tendría que ponerlo en riesgo, pero él insiste en que se resguarde su identidad para no tener problemas con quienes ahora están comprando y rentando tierras en los ejidos del estado para sembrar palma. Por ello le llamaremos Alejandro.

Tiene 55 años y se considera un conocedor de las palmas de aceite: de memoria sabe que cuando se siembran tienen unos 50 centímetros de altura, que en dos años y medio alcanzan los dos metros, que a los tres años inicia la cosecha del fruto —“la pelotita”, como él le llama—, que su periodo de vida productiva es de unos 20 años porque pueden llegar a ser tan altas que ya es muy difícil cortarlas. Lo repite todo sin pausa, como una letanía.

Las palmas nativas de África (Elaeis guineensis) llegaron al territorio mexicano desde mediados del siglo XX. En ese momento pasaron casi desapercibidas. El entusiasmo por sembrarlas surgió varias décadas después. No fue algo espontáneo. A partir de los noventa, pero sobre todo ya en el siglo XXI, varios programas gubernamentales colocaron a la palma aceitera como un cultivo lleno de virtudes, por lo que fomentaron su siembra en el sureste de México, en especial en los estados de Chiapas y Campeche.

El impulso gubernamental para sembrar palma se realizó con mayor ahínco en las tierras que están alrededor de la Lacandona, región en donde se encuentra una de las selvas altas más importantes del país. También se hizo, incluso, en comunidades que están dentro de áreas naturales protegidas y que albergan reservas de manglares.

En México son muy pocos los estudios sobre la pérdida forestal que ha sufrido el país por la expansión de la palma de aceite. Incluso, el tema resulta polémico entre investigadores, productores y funcionarios. La mayoría de las voces insisten en que este monocultivo no es un motor directo de la deforestación en la región, sobre todo porque la mayoría de las plantaciones se instalaron en terrenos que se usaban para ganadería o agricultura.

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Después de tres años de haberse sembrado, las palmas comienzan a dar frutos. Foto: Isabel Mateos.

Sin embargo, una reciente investigación, publicada en mayo de 2021 por el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, ofrece datos que muestran cómo la palma de aceite sí le ha ganado terrenos a bosques, selvas y manglares.

A partir de análisis cartográficos y de imágenes satelitales, los autores del estudio Cultivo de palma de aceite en México, coordinado por Cristina de la Vega-Leinert y Daniel Sandoval, determinaron que entre 2014 y 2019 se perdieron al menos 5,400 hectáreas de bosques y selvas por la expansión de la palma. Esto con base en un muestreo nacional de 62,057 hectáreas con cultivos de palma de aceite. Las zonas deforestadas se localizan principalmente en el municipio de Benemérito de las Américas y en la región de Palenque, en Chiapas, pero también en los estados de Campeche, Veracruz y Tabasco.

En los municipios de Benemérito de las Américas, Marqués de Comillas, Palenque y Salto de Agua, en Chiapas, los autores detectaron que se perdió selva alta. En el estado de Veracruz, se deforestó bosque de encino en los municipios de Soteapan y Soconusco.

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Mapa que se incluye en el estudio Cultivo de palma de aceite en México.

Los autores del estudio aclaran que las zonas deforestadas que identificaron sólo corresponden al periodo de 2014 a 2019, por lo que los datos no reflejan la pérdida de cobertura forestal relacionada con plantaciones establecidas antes del 2014.

“Sí hay deforestación vinculada con la palma, lo que varias generaciones de programas palmeros han negado. Siempre se ha presentado el discurso de la palma que se extiende en tierras ociosas, en tierras marginadas, en potreros de ganados, etcétera. Uno de los logros de esta cartografía es decir que no solamente se expande este cultivo en estas áreas, sí está reemplazando bosque”, dice Cristina de la Vega-Leinert, investigadora de la Universidad de Greifswald, en Alemania y que forma parte de la Red de Estudios Sociales sobre el Medio Ambiente (RESMA).

Los investigadores prevén que, en una actualización de datos que está en marcha, la cifra del área deforestada crezca hasta representar cerca de un 10% del total del área monitoreada. “La palma se está expandiendo mucho más rápido ahora —apunta la doctora en geoecología cuaternaria— y se está expandiendo en zonas boscosas de una manera más rápida que en décadas pasadas”.

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Plantaciones de palma de aceite en Chiapas. Foto: Isabel Mateos.

Palmas que se mecen al ritmo del mercado

El aceite de palma es un ingrediente presente en muchos productos industriales: champús, detergentes, helados, chocolates, galletas, margarinas, cosméticos, velas y artículos de limpieza, por sólo mencionar algunos. También se utiliza, en menor medida, como agrocombustible.

Organizaciones como WWF y Ethical consumer calculan que el 50% de los productos de consumo común lo contienen, aunque no siempre se puede identificar su presencia, porque no se le etiqueta en forma clara: las empresas usan términos como aceite vegetal, grasa vegetal, semilla de palma, aceite de semilla de palma o palmitato.

En promedio, cada persona consume ocho kilos de aceite de palma cada año, de acuerdo con una estimación de la agencia informativa Bloomberg. Esto lo coloca como el aceite vegetal más consumido en el planeta.

En la década de los noventa el auge del aceite de palma se desató en diferentes industrias, sobre todo porque se encontró que es más versátil y eficiente que la soya o la canola. “Es la oleaginosa con mayor productividad por hectárea en relación con cualquier otra planta”, resalta Jorge Coronel, gerente de sustentabilidad de la empresa Oleopalma, que opera en Chiapas y se dedica al cultivo, producción, procesamiento y comercialización del aceite de palma.

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El fruto de la palma se procesa para obtener el aceite que se usa en diversas industrias. Foto: Isabel Mateos.

Fue en la década de los ochenta cuando la siembra de la palma de aceite comenzó a expandirse con fuerza por varias regiones tropicales del planeta, en especial en Asia. Hoy Indonesia y Malasia son los principales productores; también son los países en donde científicos y organizaciones ambientalistas han denunciado desde hace años que la expansión de este monocultivo ha provocado la pérdida de grandes extensiones de bosques tropicales.

En México, el impulso a la palma de aceite ha tenido varios momentos. Si bien desde el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000) existieron programas para alentar su siembra, fue durante la administración de Felipe Calderón (2006-2012) cuando se acentuó el entusiasmo gubernamental por este monocultivo.

Entre 2017 y 2018, ya en el sexenio de Enrique Peña Nieto, la Secretaría de Agricultura federal entregó a 1,114 beneficiarios de todo el país —700 de Chiapas— estímulos a la producción de palma aceitera por casi 61 millones de pesos (más de ​​3 millones de dólares), de acuerdo con una respuesta a una solicitud de información.

Los datos muestran el resultado de ese afán gubernamental por alentar la siembra de palmas de aceite: si en el año 2000 había 16,754 hectáreas con estos plantíos, para el 2012 los números nacionales aumentaron a 61 mil. Las cifras disponibles del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), que para palma de aceite sólo tienen cifras hasta el 2019, muestran que en ese año en el país había 108,690 hectáreas habitadas con estas palmas que se distinguen por el rojo de sus frutos.

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Decenas de palmas de aceite listas para sembrarse en Chiapas. Foto: Isabel Mateos.

Echar raíz en territorio de selva

Alejandro se reconoce como un palmero original, uno de los primeros en apostar por la siembra de palma aceitera en el municipio de Palenque, en Chiapas. Él entró al negocio en 1998, cuando trabajadores del estado —entonces gobernado por el priísta Roberto Albores Guillén— realizaron una fuerte campaña para convencer a la gente de que sembrara palma de aceite. El argumento: les traería más ganancias que la ganadería y los cultivos de maíz, frijol y arroz.

“Dijeron que era lo máximo”, recuerda. Como parte de los programas de gobierno se regalaron plantas y se repartieron subsidios: “Nos apoyaron para sembrarla, nos apoyaban con dinero (más de 2 mil pesos por hectárea, es decir, 100 dólares al tipo de cambio actual)”.

Durante cerca de 18 años, el gobierno federal, pero en especial gobernadores de Chiapas como Pablo Salazar Mendiguchía, Juan Sabines y Manuel Velasco, promocionaron la siembra de palma de aceite con una singular vehemencia.

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En diciembre de 2016, Manuel Velasco, entonces gobernador de Chiapas, inauguró una planta procesadora de aceite de palma en Acapetahua. Foto: Gobierno de Chiapas.

Chiapas, decían, tiene las condiciones perfectas para que la palma aceitera prospere. Y es cierto: el estado cuenta con alta humedad —la planta requiere 1,800 milímetros de lluvia por año—, una altura menor a los 300 metros sobre el nivel del mar, una temperatura anual promedio de entre 22 y 28 grados centígrados, además de poco viento y mucha luz. La palma necesita más de 2,000 horas de sol al año, según el documento Planeación Agrícola Nacional 2017-2030 de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).

Esas condiciones, sumadas al impulso que el gobierno estatal dio al cultivo, han llevado a que Chiapas sea el estado del país con la mayor superficie sembrada con palma de aceite.

Antes del año 2008, Chiapas no tenía más allá de 20,000 hectáreas con palma. Desde entonces, el número aumentó a más del doble: en 2019, la entidad registró 45,435 hectáreas, de acuerdo con los datos públicos del SIAP. Para 2022 esa superficie se incrementó a 57,000, según cifras de la Federación Mexicana de Palma de Aceite (Femexpalma).

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Un comentario

  1. Hola, Estoy buscando un agricultor y productor de aceite de palma en el área de Veracruz. ¿Podría proporcionarme un (de los) contacto(s)? Gracias.
    Leonie Massmba

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